jueves, 3 de febrero de 2011

LAS MUJERES NORMALES... (POR MARIO VARGAS LLOSA)


Todas las flores del desierto están cerca de la luz. Todas las mujeres
 bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle,
las que huelen a limpio y sonríen cuando las
 miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo.


Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio, o se compran bolsos en tiendas
 de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de
 chino.

Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los
 ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las
 llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y
 lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al
 viento.
 
Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden
 cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque
 con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se
 acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que
 huelen a mora y a caramelos de regaliz.


Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y
 esperan al novio ilusionadas con vestidos de fresas. Y se ríen libres
 de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.


Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las
 sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la
 espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a
 carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los
 grandes grupos.


Las mujeres normales son las auténticas bellezas, naturales, sin gomas ni
 lápices. Las flores del desierto son las que están a tu lado. Las que
 te aman y las que amamos. Sólo hay que saber mirar mas allá del
 tipazo, de los ojazos ,de las piernas torneadas, de los pechos de
vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigo de la forma y
 enemigo del alma. Vértigo de divas, y llanto de princesas.


La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad...

Mario Vargas Llosa

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