miércoles, 7 de marzo de 2012

¿Tu "ex" puede convertirse en tu "amigo"?

Da igual si habéis estado casados, si habéis vivido juntos o simplemente hayáis compartido una breve historia de amor, la pregunta es exactamente la misma: ¿qué lugar debe ocupar esa persona con la que has compartido un tiempo de tu vida cuando la historia de amor ya ha terminado? Lo ideal sería que te comportaras como su amigo porque le has querido. Todo el mundo ganaría, empezando por los niños. Pero esto exige una serie de sacrificios…


¿Se puede ser amigo de los “ex”? Es bastante raro, al menos durante los primeros meses, sobre todo si la separación no se realiza de mutuo acuerdo. Algunas parejas lo consiguen enseguida, cuando las condiciones de su ruptura no son demasiado tempestuosas; otras, en cambio, necesitan más tiempo, cuando la tormenta ya ha pasado.

Raras veces la ruptura entraña una alegría

¿Tus “ex” pueden convertirse en tus amigos? Raras son las parejas que se separan de forma serena y se felicitan entre sí, con toda sinceridad, por haber experimentado una felicidad absoluta con el otro. El resentimiento, los celos, el miedo, el odio algunas veces, son los sentimientos más habituales y no el cariño o la complicidad. Cuánto más intensa y apasionada haya sido la relación, más riesgos hay de terremotos. No sólo en el momento de la ruptura, sino también después, especialmente si hay hijos involucrados… Más de la mitad de los divorcios no son de mutuo acuerdo. Es entonces cuando los cónyuges se enzarzan en luchas sin piedad sobre los niños, sobre el dinero que debe recibir la madre, sobre quién se queda la casa o ¡sobre quién se queda con el perro o el gato!

El "culpable" es el otro

A menudo lo que impide un acercamiento entre ambas partes es que cada uno culpa al otro sobre la ruptura. Si tu pareja te ha abandonado y además ha preferido irse con otro, u otra, es “culpable” de haberte traicionado. Llegados a este punto todo está permitido y él o ella debe pagarlo muy caro, ¡en sentido figurado! Es muy habitual encontrar casos en que los niños se toman como testimonios de las malas acciones que ha hecho el otro y se les obliga a tomar partido. Pocas parejas divorciadas consiguen dejar atrás sus resentimientos para mantener una relación lo bastante sana como para alejarles de la discordia.
La persona que decide romper con la relación a veces no encuentra otra manera para liberarse del sentimiento de culpabilidad que echar en cara al otro todos sus defectos. A veces la persona se siente decepcionada y frustrada y por poco que el otro se muestre agresivo, la relación se convertirá en un “ojo por ojo”.

Sin embargo, te gusta…

Para poder construir una relación de amistad, es necesario que las emociones se calmen, lo que, en general, siempre acaba sucediendo. Tu “ex”, antes de convertirse en tal, no era totalmente abominable, ya que tú decidiste compartir unos años de tu vida con él o ella. Esta relación no ocurrió sin un poco de complicidad, amor o, como mínimo, deseo. Ahora bien, el propósito ahora no es convertir a tu “ex” en tu enemigo. Una vez las emociones se hayan calmado y, preferiblemente, cada uno se haya estabilizado por su lado, es posible tener en consideración ciertas cosas. Aunque como pareja tu “ex” era desastroso, quizás puede ser un amigo formidable. Aquello que te resultaba insoportable en la vida cotidiana ahora, con la distancia, no supone ningún problema. Puedes divertirte y dejar de preocuparte pues, al fin y al cabo, se trata de una persona que siempre te ha gustado.

Te quiero, yo ya no…

Después de la tormenta, o cuando la separación se ha consentido libremente, llega un momento en que entre los dos se instala una relación inédita, a medio camino entre el amor y la amistad… Puede ser una relación cómoda y alegre, pero jamás ambigua. No siempre es fácil olvidar la huella de los viejos mimos, lo cual puede generar imprevistos. ¡La pasión siempre puede regresar! Las separaciones, a veces, permiten a cada uno madurar y reconocerse. El riesgo, para aquellos que no saben imponerse ciertos límites, es que no pueden construir algo de nuevo; la amistad amorosa subsana de algún modo el vacío, la carencia, la ausencia. Así, no se deja lugar para conocer a otra persona. Evitar esta trampa supone que ambas partes sean claras con sus expectativas y sepan guardar las distancias. Se puede construir un nuevo vínculo, ¡pero sólo amistoso!


Fuente: bienestar.doctissimo.es

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