jueves, 23 de agosto de 2012

Vacaciones con los suegros ¿Cómo superarlas?


Suegros. Solo mencionar esta palabra pone los pelos de punta a muchas personas, suscita suspiros o risas sarcásticas que enmascaran situaciones que nada tienen que ver con las carcajadas. Pero, salgamos en su defensa.

La crisis económica ha propiciado en los últimos años que cada vez más matrimonios se hayan visto en la tesitura de pedir ayuda a los suegros o, incluso, alojamiento en su propia casa, en la que ya hacían de canguro con los nietos. A pesar de este acto de generosidad, ¿por qué existe tanta tensión entre suegros e hijos políticos? 
Empecemos por un dato positivo. Esta «epidemia» generalizada se debe fundamentalmente a que en España la familia ocupa un lugar destacado en nuestras vidas y las relaciones familiares son muy estrechas, no como ocurre en otros países donde los hijos se desvinculan a temprana edad de sus padres.

La mayor fuente de conflicto

Más allá de este punto de vista, los expertos en mediación familiar señalan que las relaciones con la familia política son la causa más frecuente de conflicto en la pareja. Cada vez hay más casos en las consultas, quizá por este mayor acercamiento a causa de la crisis económica, siendo la relación suegra-nuera, la que más dificultades origina.
Uno de los períodos más críticos llega en verano, cuando se decide compartir unos días juntos, bajo el mismo techo. El mediador familiar Ignacio Tornel aconseja que cuando se planifiquen las vacaciones nunca se debe coaccionar a la pareja con frases como «a mi madre le gustaría mucho que pasáramos unos días con ellos» porque «se puede romper el orden natural de la relación matrimonial y el cónyuge se sentirá desplazado. Las decisiones deben tomarse de mutuo acuerdo».
La familia política es fuente de discusiones cuando «no se ha llegado a un acuerdo satisfactorio sobre los límites en que deben desarrollarse las relaciones con ellos», señala Alicia López de Fez, psicóloga y directora del centro de Psicología López de Fez. Los límites deben plantearse desde el principio de la relación para dejar las cosas claras, no dar lugar a equívocos ni discusiones, que siempre irán a más.

Chantaje emocional

Las mayores dificultades se producen, sin duda, en las parejas con hijos y, especialmente, «cuando la suegra desautoriza a la nuera en las pautas educativas, incluso delante del hijo-marido y éste no se posiciona al lado de su mujer. Es entonces cuando saltan chispas que pueden dar lugar a un gran incendio», advierte López de Fez.
Ignacio Tornel matiza que cuando una persona sale de casa de los padres y crea una nueva familia, ésta debe ser prioritaria y hay que estar a su lado, por encima de todo. «Debe defender la postura de su pareja en los temas que se aborden». Tampoco se debe dar lugar al chantaje emocional y a ciertos abusos. «Que él le diga a ella: "mis padres cuidan de los niños, así que deja que hagan y digan lo que quieran"», recalca el mediador familiar.
El hecho de cuidar a los nietos no da ningún derecho, por ejemplo, a que la suegra ordene a su manera la nevera en casa de la nuera, por muy buena intención que tenga, o que opine sobre todo. «Las personas tienden a excederse e, incluso, dan por hecho sentimientos y derechos que, en ocasiones, perjudican a la pareja porque generan discusión —apunta Laura Rojas-Marcos, psicóloga especializada en terapia de familia y pareja—. Que sean los padres de mi pareja no les da derecho a tratar a los yernos o nueras como a un hijo. El problema es que se pierden las distancias y surgen las luchas de poder con un efecto muy negativo para todos los implicados».
Alicia López de Fez explica que a algunos hombres, no a todos, les cuesta separarse emocionalmente de la madre, sobre todo cuando ha sido muy sobreprotectora. «En estos casos es habitual que las suegras sean muy controladoras y empleen con gran maestría el chantaje emocional, sirviéndose de los sentimientos de culpa de su hijo para lograr sus propósitos y llevar cualquier tema a su terreno».
Estos hombres pueden pretender que su pareja se comporte con ellos también de forma sobreprotectora y, además, esperan que quiera a su madre de la misma forma que ellos, y eso no siempre es posible, porque una nuera no es una hija. «Entre ella y su suegra cabe el afecto, la cordialidad, el cariño, pero el amor filial no es un sentimiento obligatorio —aclara López de Fez—. Hacer vida independiente requiere madurez y autonomía, saber priorizar a la familia propia y abandonar actitudes cómodas y egoístas. No todo el mundo está preparado para ello», matiza.

No te metas con mi madre

Ignacio Tornel añade que los hijos deben tener además madurez para escuchar a sus padres, pero al mismo tiempo para tomar sus propias decisiones. No pueden actuar según el criterio de sus progenitores «es que a mi madre le gusta..., es que mi padre dice...» porque irrita profundamente al cónyuge.
Otro error muy común y que produce nefastos efectos en la pareja es hablar mal de la familia política. «Yo puedo decir, por ejemplo, que mi madre es muy pesada y se mete en todo —apunta Tornell—, pero no puedo soportar que lo diga mi pareja».
Para Laura Rojas-Marcos la clave de la convivencia está en saber negociar. «Todos necesitamos un territorio —ya sea el sofá, un lugar en la mesa...—, somos animales territoriales y las tensiones entre suegros y yernos/nueras supone una conducta "natural" por el sentimiento mutuo de posesión hacia una persona».
En el caso de que exista alguna discusión entre suegros y yernos, Rojas-Marcos recomienda, sin embargo, que la pareja no se meta. «Tampoco debe ignorarla, pero si toma parte la situación se complicará porque se formará un triángulo y tendrá que elegir entre dar la razón a su madre o a su mujer, con todo lo que ello supone».


En su opinión, debe ayudar a que la conversación termine cuanto antes, para no dar lugar a que se digan cosas que luego no se olvidan y, posteriormente, hablar en privado con cada una de las partes para lograr un acuerdo. Nadie asegura que sea fácil.

Suegros y yernos bajo el mismo techo: ¿cómo actuar?

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