De acuerdo con el estudio de la Universidad de Michigan, las mujeres conciben el hecho de irse a vivir con su pareja como un "arreglo", una situación temporal que precede a otra etapa de mayor compromiso: una suerte de antesala del matrimonio o de la unión formal.
Vivir en pareja no significa lo mismo para los hombres que para las mujeres ya que mientras ellos creen que estar bajo el mismo techo es una "prueba" que determinará la viabilidad de la relación, para ellas es más bien una transición hacia el matrimonio, de acuerdo con un estudio.
Aunque compartir casa es una decisión de dos, las implicaciones de este paso vital divergen en función del género, según se desprende de un estudio de la Universidad de Michigan (EE.UU.) sobre cohabitación, publicado por la revista Diario de Asuntos Familiares.
La investigación se basó en entrevistas personales y sesiones de grupo en las que participaron un total de 192 personas con edades comprendidas entre los 25 y los 30 años, con idénticas proporciones de hombres y mujeres, así como étnicas.
De acuerdo con el estudio, las mujeres conciben el hecho de irse a vivir con su pareja como un "arreglo", una situación temporal que precede a otra etapa de mayor compromiso: una suerte de antesala del matrimonio o de la unión formal.
Por el contrario, los hombres se plantean dar el salto a la vida en pareja como una manera de probar "con poco riesgo" si la relación tiene o no futuro.
Pero no sólo el planteamiento varía entre ellos y ellas, sino que las razones para emprender una vida en común tampoco son las mismas: los hombres lo relacionan más con el "sexo", mientras que ellas prefieren hablar de "amor".
La mayor disparidad de criterios llega a la hora de hablar de las desventajas de la vida en común. Para los hombres, representa una cortapisa a su libertad, mientras que las mujeres lamentan que no signifique un compromiso tan fuerte como el matrimonio.
La investigación se basó en entrevistas personales y sesiones de grupo en las que participaron un total de 192 personas con edades comprendidas entre los 25 y los 30 años, con idénticas proporciones de hombres y mujeres, así como étnicas.
De acuerdo con el estudio, las mujeres conciben el hecho de irse a vivir con su pareja como un "arreglo", una situación temporal que precede a otra etapa de mayor compromiso: una suerte de antesala del matrimonio o de la unión formal.
Por el contrario, los hombres se plantean dar el salto a la vida en pareja como una manera de probar "con poco riesgo" si la relación tiene o no futuro.
Pero no sólo el planteamiento varía entre ellos y ellas, sino que las razones para emprender una vida en común tampoco son las mismas: los hombres lo relacionan más con el "sexo", mientras que ellas prefieren hablar de "amor".
La mayor disparidad de criterios llega a la hora de hablar de las desventajas de la vida en común. Para los hombres, representa una cortapisa a su libertad, mientras que las mujeres lamentan que no signifique un compromiso tan fuerte como el matrimonio.
Fuente: www.el-nacional.com
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